Esta mañana nos hemos encontrado en el desayuno del hotel con una pareja de brasileños, muy simpáticos. Hemos estado conversando un rato con ellos, ya que lo que para ellos es el inicio del viaje en este formidable país, para nosotros es el final. Nos han intentado convencer para ir al mundial de futbol Brasil 2014, jeje. Desde el blog, le mandamos un saludo.
Hoy no sabíamos exactamente que hacer, si excursión o quedarnos por aquí. Al final nos hemos quedado por la zona del hotel y hacer unas últimas compras. En concreto por un mercadillo que hay al lado del templo Sensoji. Una gran pasillo con un montón de tiendas en ambos lados.
Por la tarde, tuvimos que ir a Hamamatsu a recoger una cosilla (un muñeco :P), y a mitad del viaje nos encontramos con una vistas desde el tren del monte Fuji impresionantes. Mide en total 3.776 metros. Es increíble el verlo en vivo, sin apenas montañas alrededor, dando la sensación de ser mastodóntico, más grande de lo que realmente es. Tuvimos la suerte de que hacía un día despejado y bastante bueno, además de que era atardecer.
Finalmente añado una foto de uno de los trenes de alta velocidad Hikari, que es el que nos ha llevado en los viajes más largos. La foto sale un poco movida (pero me gusta el resultado), porque está tomada en la vía de alta velocidad, para trenes que no paran en esa estación.
Espero que hayáis disfrutado, como nosotros lo hemos hecho, de este lindo viaje por Japón, un país único. Y, aunque nos hayamos quedado con ganas de ver más cosas, de hacer más excursiones a sitios bonitos que nos hemos dejado, en general, la luna de miel ha sido inolvidable, una experiencia única. Y nos vamos también con la satisfacción (inicialmente miedo :P) de haber organizado nosotros el viaje de principio a fin, con los sitios a visitar y el ritmo que deseabamos imprimir. Gracias a todos por seguirnos!!
El blog seguirá actualizándose con nuestras cosillas, por supuesto! Además, volveremos a hablar de la luna de miel y la boda con nuevas fotos!
Se va acercando el final del viaje y se va notando que estamos un poco renqueantes de tanto trote y galope.
Hoy tocaba la visita al museo Ghibli. Studios Ghibli es un estudio japonés de animación, considerado por la crítica como uno de los mejores del mundo. Patri ha visto casi todas las películas de ellos y le hacía mucha ilusión. A mí, que sólo he visto una de sus películas, tengo que anticipar que me han dado ganas de ver todas.
Para llegar al museo hay que moverse a la ciudad de Mitaka, en la prefectura de Tokyo. El museo siempre se llena hasta completar su cupo diario, por lo que las entradas hay que comprarlas mínimo con 1 o 2 semanas de adelanto, tal y como hicimos nosotros.
Desde fuera se ve genial el edificio, y ya uno se hace a la idea de que dentro le depararán muchas sorpresas. Nada más entrar, y viendo la cantidad de gente que se movía por las salas de exhibición, decidimos ir al cine Saturno dentro del edificio, donde dan un corto exclusivo (y que cambia cada mes de forma cíclica) de unos 10 minutos de duración. Sin duda, una historia muy especial como original la que nos tocó, con el estilo típico de los estudios Ghibli. El inicio no podía ser más prometedor. Después pasamos por las diferentes salas de exposición, donde hay que mencionar algunos proyectores manuales. Estos consistían en un torno que se movía a una velocidad determinada y tenía alrededor varias figuras del mismo personaje, pero con un ligero movimiento entre ellos. Con las luces apagadas, se encendían unos flashes cada 24 segundos, dando la sensación de estar viendo una animación, y quedando muy resultón. Si a esto le unimos varios personajes a diferentes alturas, y a un tamaño más que grande, te quedas con la boca abierta. Aprovechamos para comprar algunas cosillas por la tienda, y para hacernos una foto en el único sitio que se podía, con la estatua gigante de un protagonista de una de sus películas.
Cuando terminamos nos dirigimos al parque Inokashira, justo al lado del museo. No tan bello como otros vistos anteriormente, pero con bastantes flores de diferentes tipos muy bonitas. Hicimos algunas fotos, para luego volvernos a Tokyo, concretamente a Shinjuku.
Yo creo que Shinjuku tiene un poco de todos los «barrios» que hemos visto anteriormente de Tokyo. Personas bien trajeadas y con prendas raras, tiendas de mucha ropa, alguna friki… Hemos estado concretamente en un edificio viendo tiendas, donde en el exterior de este hay una televisón de enormes proporciones que se puede ver (y escuchar) desde la calle. Un espectáculo debe ser ver eventos de cualquier tipo en esa plaza…
Mañana no sabemos exactamente el plan, y estamos un poco con la incógnita de que hacer, si descansar o darnos algún otro viaje largo en tren, porque lo que es Tokyo creo que no nos hemos dejado nada.
Hoy hemos estado en Inari, cerca de Kyoto. Allí se encuentra el templo Fushimi Inari, el más famoso de Japón dedicado al dios del mismo nombre, Inari. Su fama viene de los cientos de toriis que acompañan a los caminos a lo largo de la montaña. Aproximadamente se tarda 2 horas en recorrer todo.
Es completamente diferente a los templos que hemos visto antes, donde el color anaranjado es el predominante, y el estar acompañados de toriis de todos los tamaños y el propio bosque hace que el paseo sea como «envolvente» y relajante, algo dificil de explicar. De esta parte han sido rodadas algunas de las escenas más importantes de la película Memorias de una Geisha, donde Chio sale corriendo. Aquí podéis ver un trozo del vídeo de la película. La única pena de la visita es que hay demasiada gente. Si estuviera abierto solo para nosotros dos sería perfecto! T_T
Una vez visto Inari nos dirigimos a Tokyo, unas 2 horas y media de viaje, y lo que será la recta final del viaje. Después de un descanso en el hotel hemos vuelto, como no, a Akihabara, creo que esta es nuestra zona, jeje. Damos un paseo para visitar las tiendas y cenar. Hemos intentado ir a un yakiniku por la zona, aconsejado por Imari, pero nos lo hemos encontrado cerrado. En estos restaurantes tu cocinas la carne a tu gusto con una barbacoa que hay en el centro de la mesa. A ver si estos dos próximos días tenemos más suerte.
Para la excursión de hoy tocaba un viaje largo, unos 130 minutos en tren.
Kanazawa fue una de las más importantes ciudades en la época Edo junto con Kyoto y Tokio (llamado por aquel entonces Edo). Por suerte, en la segunda guerra mundial fue de las ciudades menos bombardeadas, por lo que conserva en buenas condiciones bastantes templos y distritos.
Nuestra primera parada es en Kenrokuen, uno de los mas bellos jardínes de Japón, y considerado por muchos el mejor. Se construyó a lo largo de dos siglos. A este jardín no le falta nada: árboles (algunos con formas imposibles), flores (aunque no estamos en la época), estanques, riachuelos, puentes y cascadas. Y todo perfectamente cuidado. Una preciosidad.
Al lado de este parque está el castillo de Kanazawa. Durante su historia se ha quemado varias veces, por lo que tuvieron que reconstruirlo, y esto se nota en bastantes partes. A diferencia de los castillos de Osaka y Himeji, este no es tan alto, si no más bien ancho, con largos muros que lo recorren. Una cosa que llama también la atención es que el color predominante es el blanco. No pudimos entrar al castillo ya que se nos hizo tarde y el último pase era a las 16:00.
Después hemos vuelto al hotel, porque mañana queremos levantarnos temprano para hacer algunas excursiones antes de volver a Tokio.
Ayer tocaba visitar y dormir en un templo budista en Koyasan (el monte Koya). Para llegar allí hemos tenido que coger como 3 o 4 trenes, un tren cremallera (empinadísimo, que subía gran parte del monte) y un bus que nos dejaba cerca de los templos. Un total de casi 3 horas de viaje. Y en general, estos dos días no han salido demasiado bien con respecto a lo que esperábamos, por las circunstancias que ahora os explicaré.
En primer lugar, al llegar al templo nos atiende un monje, nos explica como va todo en general, esto es, los horarios, donde estan los baños y los aseos (todo público), y nuestra habitación. Esta es como la que vimos en el ryokan, solo que un poco (bastante) menos cuidada. Un tatami grandísimo, una habitación pequeñita al lado para sentarse con vistas al jardín interior del templo y poco más. En el centro una mesa con una caja redonda donde contenían galletas (muy ricas) y un termo con agua caliente para prepararse el té uno mismo.
Ya a estas horas nos perdimos una parte opcional, de meditación, que era justo a la hora que llegamos (16:30). Nos dimos con un canto en los dientes y poco más, mañana sería otro día.
A las 17:30 era la cena, donde te la traían a la habitación. Esta cena consistía en básicamente todo verduras y algo de fruta. Patri no pudo comer porque algunas cosas contenían gluten. Y estos monjes eran o blanco o negro, o bien su menú o te traías la comida (todo lo contrario al ryokan en Miyajima, que nos hicieron personalizado y con extremo cuidado). De todas formas, yo apenas comí, la comida no me gustaba casi nada. Para colmo, la fruta que pusieron no sabía a fruta! El racímo de uvas (6 uvas contadas) tenía buen aspecto, pero no sabía a uva! La piña igual, eso no era piña. Me tuve que comer el arroz que pusieron, que para colmo estaba soso. Patri como se aprovisionó en un mercado antes, pues tuvo mejor cena.
Acabada la cena, pedimos un servicio sin cargo extra que, de forma resumida, consiste en escribir (más bien calcar) letras japonesas mientras piensas en un deseo para que se haga realidad. Pues estuvimos como 1 hora y media escribiendo letras. Al principio relajaba, pero luego se hacia un poco cansino.
Después nos pusieron los futones y nos fuimos a descansar, ya que al día siguiente había que madrugar para la ceremonia de las 6:30. Aquí dormimos peor que en el ryokan, porque nos pusieron menos colchones finos en la parte de abajo del futón, por lo que estaba mucho más duro. Además hacía un frío que te morías. Las paredes de «cartón» dejaban pasar el frío como un huesped más de la habitación. Encima de estar en el monte y el frío que implica este, se puso a llover. Una noche de «ensueño».
Nos despertamos temprano para prepararnos e ir a la ceremonia de la mañana. Había bastante gente extranjera (unas 15-20 personas). Nos sentamos en el templo y empezamos a escuchar a dos monjes recitando en el mismo tono una serie de palabras, frases, o lo que sea que decían. No podía faltar los instrumentos en semejante recital, una «cazuela» grande que le daban con un palo para hacerlo sonar, y unos platillos (estos solo al principio y al final). Y todo esto durante 25-30 minutos. Al principio interesante, pero luego perdía el interés. Ojo, no estoy metiéndome con su religión ni nada. Respeto su ritual, solo que no nos han explicado nada, ni que hacen, ni que dicen, ni porque tocan lo que tocan. Tampoco es plan de que un japonés le eche una mirada extraña casi obligando a Patri a participar en el ritual levantándose y echando una especie de cenizas en un cuenco grande con incienso quemándose, y luego venerarlo. Por tanto, tanto Patri como yo tenemos «atravesado» a este japonés.
Cuando terminamos, nos dirigimos a la habitación, pero aquí nos confundimos con los horarios y nos perdimos otro ritual, el del fuego, seguro que más interesante que el que presenciamos. Asi que mal pa nosotros. En ese momento desayunamos (un snicker de la mochila, porque lo que me pusieron vaya tela…) y nos fuimos del templo. Básicamente, con el frío que hacía, que no teníamos ropa de abrigo, y yo en pantalones cortos, decidimos finiquitar la excursión por Koyasan para volver a Kyoto. En general Koyasan no nos ha gustado demasiado (no se si se ha notado). El tiempo y el propio templo han sido factores importantes.
Al volver a Kyoto nos volvimos a pasar por la tienda de muñecas para hacer unas últimas compras. Por la tarde, y después de comer, no sabíamos que hacer por Kyoto. Visitar algún castillo era una opción. Pero dimos con el Kyoto International Manga Museum, justito al lado del hotel. Decidimos entrar y pasar allí alguna que otra hora y nos gustó bastante. En resumen, hay un montón de mangas para leer «by the face» de todas las épocas, como dibujan el manga por pasos, vídeos, promociones, algunos merchandisings, dibujos de maikos (aprendices para ser Geisha) hechos por más de 150 artistas, etc.
Personalmente Koyasan no lo volvería a repetir, demasiadas cosas malas se juntaron allí para no disfrutarlo. La parte final en Kyoto si nos gustó más, especialmente lo del museo del Manga, toda una sorpresa encontrarlo allí.
Tanto nos gustó lo que vimos el día anterior en Miyajima que decidimos cancelar el viaje a Okayama para subir al monte Misen, el más alto de la zona con algo más de 500 metros sobre el nivel del mar. Este monte es famoso para el sintoísmo, ya que se dice que el budismo fue practicado por primera vez en dicho monte por Kobo Daishi, fundador de la secta Shingon.
Para subir a este monte se puede utilizar un teleférico, o tres rutas diferentes. Nosotros, como buenos exploradores decidimos subir por ruta, y la que más cerca nos pillaba era la más dificil y escarpada. Escaleras talladas sobre roca, rampas empinadísimas, y un sinfín de sorpresas nos esperaba. Apenas subía o bajaba gente por allí. Lo hicimos en algo más de 2 horas, un total de 2,3 km, estando nosotros a nivel del mar, no está mal :P.
Durante la subida nos encontramos un montón de ciervos buscando comida. En el camino ibamos cogiendo bellotas que le dimos directamente de la mano, dejándose tocar luego. Una monada y una experiencia muy gratificante. De lo mejor de Miyajima, los ciervos.
Un poco antes de llegar a la cima estaba el templo Reikado, un templo que protege una llama. Esta llama se cree que fue encendida por primera vez por Kobo Daishi cuando empezó a rezar en la montaña. Ha estado encendida desde entonces, unos 1200 años. También se suele llamar el santuario del amor, donde aprovechamos para encender una barrita de incienso con la llama eterna.
Una vez en la cima, las vistas era impresionantes con visión a Hiroshima incluida. El día estaba más o menos bien para observar, aunque con un poco de bruma.
La anécdota del día es que una vez arriba había dos ciervos dándose «mimos». Nosotros nos sentamos en un banco, a unos 5 o 6 metros, para observarlos mientras comíamos una barrita de Snickers cada uno. El caso es que nada más abrir la barrita, y a los 5 segundos, se levantaron y se acercaron olfateando el aire. Vino uno de ellos directo a nosotros, y no nos dejó tomarnos en paz las barritas. Claro, barritas de chocolate es normalmente malo y tóxico para los animales, asi que no le dimos nada (algún fruto que teníamos guardado y poco más). Pero el pobre animal tenía hambre. Le atoxigaba a Patri (y a mi) para que le dieramos, incluso le mordió el dedo a Patri. Viendo que no conseguía nada, se llevó nuestra guía de Miyajima y no hubo quien se lo quitara. El tío se comió la mitad de ella (la otra se la pude quitar cuando lo soltó) y al parecer le gustó bastante.
A la vuelta a Hiroshima, en el tren estuvimos acompañados de tres niños de 11 años que venían de una excursión (eran como 100). Allí estuvimos hablando un rato (lo poco que sabían ellos) y pasamos un rato muy agradable, tanto ellos como nosotros.
Hicimos un alto en el camino para cenar en Kobe, y probar su famosa carne, que dicen que es la mejor del mundo (y la más cara también). Decir que estaba buena es poco. El cocinero (un cachondo que no hablaba apenas inglés, pero que nos lo pasamos muy bien) se puso a cocinar la verdura y la carne delante de nosotros en una parilla enorme. Hay que decir que en la cena nos pusieron más cosas (ensalada, sopa, salmón crudo, arroz), y al final acabamos muy llenos.
Al llegar a Kyoto, reventados de tanto viaje y cuesta, llegamos al hotel. Listos para descansar, porque mañana toca ir a Kobayan y dormir en un templo budista. Por tanto, mañana tampoco podré actualizar el blog, asi que nos vemos en 2 dias!
Iniciamos el día en Hiroshima, a una hora y media de tren desde Osaka. Esta ciudad es mundialmente reconocida por el lamentable hecho de haberse detonado la primera bomba atómica sobre personas, un 6 de agosto de 1945 a las 8:15, con un total de aproximadamente 220.000 víctimas por muerte instantanea, o a las pocas horas por quemaduras, o a los años por radiación.
Nada más ver el edificio que quedó en pie parcialmente (de los pocos que lo han resistido) en la zona del epicentro (estalló 600 metros por encima para mayor destrucción) se empieza a palpar un sentimiento de angustia. Se eligió este edificio para detonar la bomba porque fue un centro político y comercial de la ciudad, a parte de ser una ciudad no bombardeada por aire (de las pocas de Japón), y solo con el fin de EEUU justificar hacia el pueblo los altos costes de I+D de la bomba y la energía atómica. Hiroshima ha decidido mantenerlo así eternamente para convertirse en una ciudad comprometida con la paz y la abolición de las armas nucleares. A pocos pasos está el Parque de la Paz, que se utiliza para conmemorar el lanzamiento de la bomba y promover la paz mundial. Dentro del parque hay un museo, con imágenes y testimonios desgarradores, que muestra los horribles efectos de la bomba sobre la población. De la ciudad uno sale bastante tocado…
En las siguientes fotos se puede ver el edificio con la cúpula destrozada en una foto de la época, viendo los resultados de la destrucción, y en la otra un reloj (vimos varios) en el que se quedó parado justo a la hora de la bomba, 8:15.
Después de la triste mañana, nos dirigimos a una isla cerca de Hiroshima llamada Miyajima, famosa por el Torii gigante que parece flotar durante la marea alta. Además, tiene una larga historia detrás dentro del sintoísmo. Para llegar a la isla es necesario coger un ferry que tarda aproximadamente 10 minutos.
Una vez en la isla, nos dirigimos a nuestro primer ryokan, un alojamiento estilo japonés. El ryokan tenía bus propio esperando a pasajeros del ferry, de 10. Por el camino nos encontramos ciervos vagando por la carretera y las zonas arboladas, sin ningún miedo a los humanos. También identificamos otro animales más pequeñitos, pero de noche no llegamos a saber cuales eran.
Lo primero que hay que decir es que el ryokan para mí fue una experiencia única, y en general la isla, que es preciosa y muy salvaje. En el ryokan todos nos trataron muy bien. La habitación tenía un tatami muy amplio con otra habitación pequeña al lado y vistas al exterior.
Cuando llegamos lo primero fue ponernos los yukatas. Nos hicimos algunas foticos y al ratillo nos trajeron la cena, típica japonesa, a nuestra habitación, sentados de rodillas en la mesa, y prácticamente con mucho pescado (crudo y hecho), verduras, y algo de carne. Número total de platos, unos 12, una brutalidad. Abajo tenéis alguna foto de la comida, pero no toda ella. La chica cada X tiempo nos traia unos cuantos. A mí prácticamente me gustó casi todo, el pescado muy bueno, tanto el crudo como el hecho, y acabé bastante lleno. A Patri, la pobre, le daban arcadas :S. Cenó casi na. Al terminar, apartaron la mesa y pusieron los futones, que son camas sobre el tatami. Tanto a Patri como a mí nos parecieron muy duras al principio, pero hemos de decir que dormimos mejor que en todos los hoteles del viaje, incluso después del desayuno nos volvimos a echar un rato.
Luego, con los yukatas puestos, salimos de noche por el pueblo, para ver el torii de cerca, bastante impresionante. Para terminar el día, yo utilicé el onsen público, que es un baño con aguas termales de orígen volcánico, una pasada. Me quedé nuevo. Patri no se atrevió.
Como dije anteriormente, ha sido el día de hoy una experiencia única, tanto en lo bueno como en lo malo, y sin duda Miyajima lo volvería a repetir (aunque es bastante caro el alojamiento), pero Hiroshima no, se pasa bastante mal (aunque ojo, considero que hay que visitarlo, al menos una vez).
Día bastante intenso el que hemos tenido hoy, pero de los más gratificantes. Teníamos planificado ir a Hijemi y Kobe, pero al final la ciudad de Kobe la vamos a posponer para otro día.
A primera hora nos hemos ido a la estación de Shin-Osaka para ir a Himeji, a unos 30-40 min en tren. Aquí tienen un castillo muy parecido al que vimos ayer en Osaka, aunque ha sido construido anteriormente. Lamentablemente lleva desde el 2010 tapado para su restauración, y hasta 2015 no se podrá ver de nuevo el exterior. Por esta zona aprovechamos para ver los jardínes de alrededor del castillo (un total de 9 diferentes). Aunque estos fueron construidos en el 1992 con motivo del centenario del establecimiento de la municipalidad de Himeji.
Después de reponer un poco de fuerzas al mediodía, nos vamos en autobús al monte Shosha, con una duración de 25 de trayecto. Una vez allí hay que coger un teleférico que te sube a la base del monte. Aproximadamente sube 200 metros en 4 minutos.
Mientras subíamos por el teleférico, se podía ver Himeji completamente, el mar y el propio monte Shosha.
Este monte tiene un montón de templos construidos hace más de 1000 años, y está rodeado completamente por la fauna y flora. Por el camino nos hemos encontrado pajaros (con un canto bastante extraño, imposible de describir), mariposas, ranas y arañas (enormes T_T).
Algunas escenas de la película «El Último Samurai» han sido rodadas aquí, y no es de extrañar. Los paisajes naturales que te ofrece el monte son preciosos, y los templos, la mayoría bien conservados y/o restaurados (excepto algunos que se quemaron y tuvieron que crear la réplica), muy bonitos, recordando mucho a la película. Pero otra vez, lamentablemente (o no), en una de las partes más importantes y bellas del monte había un concierto de música clásica, que aunque desde las alturas podíamos ver más o menos el concierto y escucharlo, no hemos podido ver y entrar en los mejores templos. Una lástima.
Por el camino hemos sacado nuestra sangre aventurera (bueno, más bien la mía, Patri la ha tenido que rebuscar bien porque no se atrevía) y pasar por un camino que, según ella, recuerda al libro El Hobbit, o la Comunidad del Anillo El Bosque Viejo, y es que era bastante estrecho, empinado, con raíces de árboles saliendo del suelo sirviendo de escalones improvisados… parecía que fuera a salir Tom Bombadil. Al final a Patri le ha gustado bastante y la llegada del camino «infernal» fue gratificante.
Ya ibamos a contrareloj porque apenas teníamos 2 horas de luz para verlo todo. Y casi casi entrábamos en pánico porque los ruidos de alrededor crecían y la noche se echaba encima. Al final el concierto acabó justo cuando nosotros terminamos y nos vimos casi a la carrera (andando muy rápido) para llegar antes que nadie al teleférico. Lo gracioso es que los hombres y las mujeres (con tacones) igualmente lo hacían, y el terreno es todo lo contrario a una acera :O. Incluso Patri se picó con una!
Al final, tanta cuesta y bajada nos ha cansado, y la cena que planeabamos en Kobe la hemos pospuesto.
Mañana toca Hiroshima y Miyajima, durmiendo en un ryokan, un «hotel» tradicional japonés con futones (camas) sobre el suelo, vestidos con yukatas, etc… Pasado mañana os contaremos que tal ha ido todo, ya que allí no dispondremos de internet para publicar la entrada del blog. Nos vemos en 2 días!
El dia de hoy ha estado un poco dividido para intentar ver la fórmula 1 a las 15:00. Pero llegamos 10 min tarde y nos perdimos el arranque, y luego me enteré del decepcionante destino de Alonso… Esperemos que el Madrid nos de hoy una alegría 😛
Por la mañana hemos ido al castillo de Osaka. Este castillo se empezó a construir en 1583, y hasta 16 años después no se terminó. Desde entonces ha sufrido por varias reconstrucciones debido a las guerras, a incendios (uno de ellos por un rayo) y la segunda guerra mundial. Por ahora es la construcción más llamativa que hemos visto de la época Edo. Desde la misma estación, se podía ver el castillo a lo lejos. Las dimensiones, tanto de base como de altura son monumentales. Antes de llegar al castillo, hay que atravesar un parque, y diversos puentes con fosas de agua muy anchas, para protegerse de los invasores en la época pasada.
Después de andar un buen rato pudimos entrar al castillo. Está reacondicionado para las visitas, con ascensor hasta la quinta planta (de un total de 7). En el séptimo piso hay un mirador donde se puede ver gran parte de Osaka y el parque que le rodea.
En los alrededores del castillo dimos con un concurso de baile coreografiado muy al estilo japonés, tanto música, voces, vestimentas y maquillaje. Estuvimos allí un buen rato, haciendo fotos y vídeos. La verdad que esta parte ha sido muy agradable y nos lo pasamos muy bien. Se notaba que vivían intensamente el momento y daban todo. Y algunas coreografías no eran nada fáciles. Mención especial a las banderas gigantes que normalmente un hombre ondeaba al son de la música, y lo hacían genial.
Despues comimos, nos llevamos el chasco de la fórmula 1, y nos fuimos al barrio DenDen Town, el barrio electrónico equivalente de Akihabara en Tokio. Igual que allí, recreativos, muchas tiendas (tambien de muñecas) y mucho friki suelto por las calles. Estaba abarrotado!
Nos vinimos de allí temprano, porque mañana hay que madrugar, hay un partido que ver 😀
Hoy hemos aprovechado para visitar una tienda de muñecas llamada Tenshi No Sato en Arashiyama, sólo válida la entrada para socios, aunque a nosotros hicieron la excepción (supongo que a los extranjeros). La tienda en sí es un edificio de 4 plantas, donde algunas son aptas para hacer fotos (decoradas con diferentes escenarios), y un jardín precioso y enorme, muy cuidado, donde también se pueden hacer fotos.
Dentro de la tienda había tanto chicas como chicos, con un montón de muñecos/as cada uno, dándole mímos y perfeccionando para la posterior sesión fotográfica. La verdad es que había cada uno con pinta de rarito… Espero que Patri no acabe así de rarita! Unas cuantas horas nos hemos tirado subiendo y bajando plantas, comprando, haciendo foticos y demás. En alguna foto me he tenido que jugar el tipo para no acabar ahogado en el río. Esto creo que me está contagiando algo y me dan ganas de comprar… un muñeco! No puede ser T_T
Aprovechamos la visita a la tienda para ver la zona. Está repleta de templos, no muy grandes, pero bien bonitos por el paisaje de alrededor. Y es que las vistas aquí son de lo mejor. Las montañas están repletas de árboles, que de lejos da la sensación de que están forradas de una textura verde. Desde el puente Togetsukyo (muy concurrido), que conecta con los montes, se puede ver en conjunto las montañas junto al río Oi. A parte de esto, intentamos buscar un camino rodeado de bambues, pero nos fue imposible localizarlo. Solo llegamos a ver jardínes privados con bastantes bambues.
Una vez en la estación, a unos 20 minutos en tren nos situamos en Osaka, que es todo lo contrario a Kyoto, asemejándose mucho más a Tokyo. Excluyendo los problemas de orientación al principio, el hotel es bastante fácil de ver desde lejos. Es uno de los edificios más altos de Osaka. Este será el mejor hotel en el que estemos durante todo el viaje y de primeras lo hemos notado. Para empezar nos han dado unas tarjetas especiales para que mostremos a sus restaurantes (unos 5) sobre nuestras alergias/intolerancias, a parte de que ya han informado personalmente a estos. De 10. Luego una chica que no parecía cosa del otro mundo ha subido/movido nuestras maletas como si tuvieran paja dentro!! Ya en la habitación, la amplitud y confortabilidad es mayor con respecto a los anteriores hoteles. Pero lo mejor de todo son las vistas. Se ve todo Osaka desde aquí, y eso que estamos en la planta 16 de 32!
Mañana intentaremos ver la zona de alrededor del hotel y algún sitio importante de Osaka.